Viktor Frankl en: "El hombre en busca de sentido"

En realidad no importa que no esperemos nada de la vida, sino que la vida espere algo de nosotros”.

Recordando el nacimiento de Viktor Frankl un 26 de marzo de 1905, comparto mis notas sobre una de sus más célebres obras y uno de mis libros favoritos "El hombre en busca de sentido". En sus memorias, él psiquiatra austriaco sobreviviente del Holocausto, nos cuenta que su espantosa experiencia en Auschwitz  le enseñó una de las finalidades primordiales de la vida: la búsqueda de sentido que tuvieron que sostener los que sobrevivieron. Es una historia real que nos hace reflexionar sobre las prioridades que ponemos en nuestra vida, a qué cosas llamamos dificultades y cuáles son los temores más grandes que nos limitan a vivir con intensidad y agradecidos de lo que tenemos.

Esta increíble obra nos narra uno de los mejores testimonios sobre la tenacidad del espíritu humano; Frankl refleja con humana sutileza su devastadora experiencia en Auschwitz, describiendo con precisión la capacidad de bondad o maldad que cabe en el corazón del hombre. Narra los acontecimientos con la imparcialidad de un simple testigo, sin emitir juicio, y sin sentimientos de venganza.  Nos narra una experiencia de vida devastadora que los convirtió en "hueso y pellejo de hombre" donde su única expectativa se limitaba a salvar la vida. Extenuados, consumidos, enfermos, congelados, con hambruna.  Condiciones que explican algunos comportamientos...:

...con un hambre atroz, yo mismo una vez, saque', escarbando en la tierra congelada, un pequeñísimo pedazo de zanahoria con las uñas. En Kaufering, no me desnudé. En invierno, también dormíamos sobre el frío suelo con los zapatos puestos, sobre el piso de los barracones. Recuerdo cuánto disfrutaba cada pequeña ración de calor. No tenía tiempo para ir a las letrinas, así que solía orinarme encima de la ropa y aprovechaba el calor que aquello me proporcionaba después de haber trabajado en el exterior, donde hacía un frío terrible. Incluso en la cola del rancho me orinaba encima como si escupiera en el té caliente...

Para Frankl la búsqueda del sentido proviene de tres posibles fuentes: trabajar con un propósito, el amor y la fortaleza cara a la dificultad.

Al examinar cómo se "intensifica la vida interior" que ayudó a los prisioneros a mantenerse vivos, considera el poder trascendental del amor: Frankl escribe que el amor es el único camino para arribar a lo más profundo de la personalidad de un hombre. “Nadie es conocedor de la esencia de otro ser humano si no lo ama”.

El amor trasciende a la persona física del ser amado y encuentra su sentido más profundo en el ser espiritual del otro, en su yo íntimo. Que esté o no presente esa persona, que continúe con vida o no, de algún modo pierde su importancia.

Frankl nos relata cómo descubrió el sentido más profundo que le proporcionaba el amor por su esposa, en esos momentos que desconocía si ella seguía con vida o no, pero que lo ayudaron a mantener la esperanza:

Durante kilómetros caminábamos a trompicones, resbalando en el hielo y sosteniéndonos continuamente el uno al otro, sin decir palabra alguna, pero mi compañero y yo sabíamos que ambos pensábamos en nuestras mujeres. (...) mi mente se aferraba a la imagen de mi esposa, imaginándola con una asombrosa precisión. Me respondía, me sonreía y me miraba con su mirada cálida y franca. Real o irreal, su mirada lucía más que el sol del amanecer. En ese estado de embriaguez nostálgica se cruzó por mi mente un pensamiento que me petrificó, pues por primera vez comprendí la sólida verdad dispersa en las canciones de tantos poetas o proclamada en la brillante sabiduría de los pensadores y de los filósofos: el amor es la meta última y más alta a la que puede aspirar el hombre. Entonces percibí en toda su hondura el significado del mayor secreto que la poesía, el pensamiento y las creencias humanas intentan comunicarnos: la salvación del hombre solo es posible en el amor y a través del amor.

Al trabajar como psiquiatra para los reclusos, Frankl descubrió que uno de los factores más importantes que permitía a los hombres sobrevivir, era restablecer la fortaleza interior enseñándoles a proponerse una meta futura, un objetivo concreto que diera sentido a la vida.

Siempre que se presentaba la menor oportunidad, era preciso infundirles un porqué — un objetivo, una meta—  a sus vidas, con el fin de endurecerles para soportar el terrible cómo de su existencia. ¡Pobre del que no percibiera algún sentido en su vida, ninguna meta o intencionalidad y, por tanto, ninguna finalidad para vivirla: ése estaba pedido!

Para aquellos que no encontraban algún sentido, la respuesta típica con la que rechazó cualquier razonamiento que pretendiera animarle fue: “Ya no espero nada de la vida”¿Qué tipo de respuesta se puede dar a eso?

Debemos aprender por nosotros mismos, y también enseñar a los hombres desesperados que en realidad no importa que no esperemos nada de la vida, sino que la vida espere algo de nosotros. Dejemos de interrogarnos sobre el sentido de la vida y, en cambio, pensemos en lo que la existencia nos reclama continua e incesantemente. Y respondamos no con palabras, ni con meditaciones, sino con el valor y la conducta recta y adecuada. En última instancia, vivir significa asumir la responsabilidad de encontrar la respuesta correcta a las cuestiones que la existencia nos plantea, cumplir con las obligaciones que la vida nos asigna a cada uno en cada instante particular.

Esas obligaciones y esas tareas, y consecuentemente el sentido de la vida, difieren de un hombre a otro, de un momento a otro, de forma y manera que resulta imposible definir el sentido de la vida en términos abstractos. Jamás se podrá responder a las preguntas sobre el sentido de la vida con afirmaciones absolutas. “Vida” no significa algo vago o indeterminado, sino algo real y concreto, que conforma el destino de cada hombre, en un destino distinto y único en cada caso singular. Ningún hombre ni ningún destino pueden compararse a otro hombre o a otro destino. Tampoco se repite ninguna situación, y cada una reclama una respuesta distinta. Una situación, en ocasiones, puede exigirle al hombre que construya su propio destino realizando determinado tipo de acciones; en otras, le reportará un mayor beneficio dejarse inundar por las circunstancias, contemplarlas y meditarlas, y entresacar los valores pertinentes. Y, a veces, la existencia demandará del hombre que sencillamente acepte su destino y cargue con su cruz. Cada situación se diferencia por su unicidad irrepetible, y para cada ocasión tan sólo existe una respuesta correcta al problema que plantea.

Sobre el agradecer, “otra de las herramientas para el alma en la lucha por la sobrevivencia", Frankl escribe:

Agradecíamos el más insignificante de los alivios. Nos conformábamos con tener tiempo para despiojarnos antes de ir a la cama, aunque en sí mismo eso no supusiera ningún placer, pues implicaba estar desnudos en un barracón con carámbanos colgando del techo. En esas condiciones aún nos felicitábamos si no sonaban las alarmas y la luz permanecía encendida mientras duraba la operación.

(…)

Los verdaderos placeres positivos escaseaban, hasta los más pequeños. Recuerdo haber llevado la contabilidad de los placeres diarios y en el espacio de varias semanas recoger tan solo dos momentos placenteros.

Frankl desafía cuidadosamente la suposición de que los seres humanos son invariablemente moldeados por sus circunstancias. Él escribe:

Las experiencias de la vida en un campo demuestran que el hombre mantiene su capacidad de elección. Los ejemplos son abundantes, alguno heroicos; también comprueba cómo algunos eran capaces de superar la apatía y la irritabilidad. El hombre puede conservar su reducto de libertad espiritual, de independencia mental, incluso en aquellos crueles estados de tensión psíquica y de indigencia física.

(…)

Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas –la elección de la actitud personal que debe adoptar frente al destino—  para decidir su propio camino.

(…)

Dostoyevski dijo en una ocasión: "Solo temo una cosa: no ser digno de mis sufrimientos". Estas palabras acudían continuamente a mi mente cuando conocí a aquellos auténticos mártires cuya conducta, sufrimiento y muerte en el campo fue un testimonio vivo de que ese se reducto íntimo de la libertad interior jamás se pierde. Puede afirmarse que fueron dignos de su sufrimiento: el modo cómo lo soportaron supuso una genuina hazaña interior. Y es precisamente esta libertad interior la que nadie nos puede arrebatar, la que confiere a la existencia una intención y un sentido.

Si alguna vez hubiera una lista de lecturas universales esenciales para nuestra vida, El hombre en busca de sentido estaría sin ninguna duda dentro de ella.

Marco Aurelio en "Tienes una vida para vivir"

Marco Aurelio, apodado el sabio, (26 de abril de 121 - 17 de marzo de 180 d.C.), fue el último de los llamados Cinco Buenos Emperadores de la antigua Roma. Es considerado una de las figuras más representativas de la filosofía estoica.  Meditaciones, su gran obra, es considerada un portal de su vida interior, que perdura como pilar del pensamiento occidental.

Las preguntas que intenta responder en Meditaciones son atemporales. Todavía en la actualidad nos preguntamos: ¿Por qué estamos aquí? ¿Cómo se puede hacer frente a las tensiones y presiones de la vida diaria? ¿Cómo hacer lo que es correcto? ¿Cómo hacer frente a la pérdida y el dolor?  ¿Cómo puedo manejar la desgracia? ¿Cómo podemos vivir sabiendo que un día no lo haremos más?

Estas son algunas de las lecciones que podemos extraer del libro: 

"Concéntrate cada minuto como un romano –como un hombre / mujer– en realizar lo que está delante tuyo con precisión, y con dignidad rigurosa y no fingida, con afecto, con libertad y con justicia. Libérate de todas las distracciones. Sí, puedes hacerlo, si lo haces como si fuera la última cosa que harías en tu vida, si dejaras de vivir sin un propósito, si dejaras de permitir que tus emociones prevalezcan sobre lo que la mente te dice, si dejaras de ser hipócrita, egoísta, e irritable."

"¿Te distraen las cosas externas? Entonces haz tiempo para aprender algo que valga la pena. Deja de ser arrastrado a cualquier dirección. Pero asegúrate de protegerte ante otro tipo de extravío, en el que las personas trabajan toda su vida, pero no tiene un propósito, y terminan desperdiciando su tiempo, aun cuando trabajan muy duro.”

“Aunque vayas a vivir tres mil años o tres mil veces diez mil, recuerda: no se puede perder otra vida que ésta que estás viviendo ahora, o vivir otra que la estás perdiendo. Se iguala por tanto lo más duradero con lo más breve. En efecto, el presente es igual para todos, como también lo que muere, y lo que dejamos atrás se manifiesta efímero por igual. Porque uno no puede perder el pasado, ni el futuro; ¿Cómo podrías perder lo que no tienes?"

“No pierdas el resto de tu tiempo preocupándote por otras personas a menos que afecte el bien común. Eso te impedirá que hagas cosas inútiles. Sino estarás preocupado por lo que hace fulano, por qué, qué está diciendo, qué se propone, y todas las otras cosas que te impiden actuar con rectitud. "

“Olvida todo lo demás. Quédate solo con estas pocas cosas y recuerda que cada uno de nosotros solo vive este presente efímero. Lo demás o ya está vivido o es incierto..."

Austin Kleon en 10 cosas que las personas creativas deben recordar

Austin Kleon, –escritor, artista, y un agudo observador y participante en la economía creativa de la era digital–  cuando fue invitado a dar una charla a los estudiantes de una universidad de Nueva York, preparó una lista de las 10 cosas que le hubiera gustado haber oído cuando él empezaba su carrera.

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  1. Roba como un artista.

  2. No esperes a saber quién eres para empezar.

  3. Escribe el libro que deseas leer.

  4. Usa tus manos.

  5. Los proyectos paralelos y los pasatiempos son importantes

  6. El secreto: hacer un buen trabajo y compartirlo con la gente.

  7. La geografía ya no nos domina.

  8. Se bueno. (El mundo es una pequeña ciudad.)

  9. Se aburrido. (Es la única manera de terminar el trabajo.)

  10. La creatividad es quitar cosas.

El texto y las diapositivas de la charla "sacudieron el mundo creativo" (GalleyCat) y se hizo viral. Tanto se habló, que decidió profundizar el contenido del manifiesto, convirtiéndolo en un libro muy ilustrativo que se publicó en el 2012. El libro “Roba como un artista” (Steal like an artist) tiene hoy cientos de miles de copias impresas y se ha traducido a más de doce idiomas.

En su libro, Kleon explica cómo mirar el mundo con los ojos de un artista. Sin juzgar qué ideas son buenas o malas, solo capturando ideas hasta que obtengas lo mejor.

Nos detalla también las cualidades que se necesitan para cultivar la vida creativa –cosas como la bondad, la curiosidad, “los pasatiempos productivos", “la voluntad de parecer estúpido"– lo que demuestra que la "creatividad" no es un fenómeno abstracto conferido a pocos afortunados, sino más bien un modo deliberado de pensar que podemos ir construyendo nosotros mismos. Como él dice, “tú eres el responsable de lo que dejas entrar en tu vida." 

Sobre el temor de empezar
Nos ayuda a reflexionar que el temor que podemos sentir para hacer  cosas diferentes, o para iniciar nuestros propósitos, son excusas. Son pensamientos que se nos vienen a la cabeza, donde tratamos de racionalizar y crearnos explicaciones de por qué no las hacemos; y sobre todo, nos hace notar, es más común de lo que creemos. 

Haz las cosas, conócete a tí mismo.
Estás listo. Empieza. Es posible que tengas miedo de empezar, eso es natural. Hay esta cosa que se da de manera desenfrenada en las personas educadas que se llama el síndrome del impostor. Esto significa que las personas se pueden sentir como farsantes, que están improvisando; que realmente no tienen idea de lo que están haciendo. Adivina qué: ninguno de nosotros tenemos idea. Pregúntale a cualquiera que haga un trabajo verdaderamente creativo, y te dirán la verdad: que no saben de dónde vienen las buenas ideas. Ellos solo aparecen para hacer su trabajo. Cada día. De manera constante.

...y si todavía sientes miedo: finge hasta que te lo creas. Encuentra a tus héroes de los que quieres aprender. Inspírate en su trabajo. Emula sus ideas; y al final incorpora algo que solo tú puedas transmitir al mundo.  

Sobre hacer lo que amas, Kleon nos dice que el mejor consejo que le dieron es que no escribiera sobre lo que sabe, sino sobre lo que le gusta. 

Escribe esa clase de historias que te encanta. Escribe la historia que quieras leer. El mismo principio aplica para la vida y la carrera profesional: Cada vez que te sientas desorientado sobre qué paso dar, solo pregúntate: ¿Qué haría una mejor historia?

Empieza ha hacer las cosas.
El manifiesto es el siguiente: Dibuja la pintura de arte que te gustaría ver; inicia el negocio que te gustaría tener; toca la música que te gustaría escuchar; escribe los libros que te gustaría leer; crea los productos que te gustaría usar. – Haz el trabajo que te gustaría ver hecho.

Roba como un artista nos ayuda a reflexionar, profundizar y nos reta a mirar el mundo con los ojos de un artista. Sin juzgar qué ideas son buenas o malas, solo capturando ideas hasta que obtengas lo mejor.  Nos reta a aprender.  Aprender hasta que incorpores lo aprendido, lo adaptes, lo transformes; y puedas comunicar tu propia versión, tus propias ideas.

Tienes la oportunidad de cambiar las cosas

"El libro que cambiará tu vida, es el libro que tu escribas”  
– Seth Godin

Hace poco me comentaban unas personas su temor por la coyuntura de mercado y cómo podía afectar su trabajo. Mientras los escuchaba hablar, percibía que el temor les estaba haciendo perder de vista el enfoque, y que no estaban viendo las oportunidades que se podían presentar.  Estaban a la espera de que alguien viniera a decirles qué hacer, de que alguien los motivase o los reafirmase en que están haciendo lo correcto… Necesitaban que alguien haga algo.

Es común y cómodo pensar que el problema no es mío, y esperar que otro lo resuelva.

Pensaba qué importante es, ante situaciones más complejas, la madurez de las personas, su inteligencia emocional y, sobre todo,  tomar la posición de hacerme responsable por las cosas que puedo controlar.

Seth Godin es considerado uno de los pensadores más importantes del Marketing del siglo XXI, y uno de los más grandes visionarios del mercado. En su último libro titulado “Qué hacer cuando es tu turno, y es siempre tu turno”, recoge de manera extraordinaria estas situaciones y nos reta a reflexionar y tomar acción sobre los temores que nos paralizan o nos hacen inventar excusas para escondernos. 

Intenciones:
Te es posible tomar tu turno a propósito, sin esperar a que alguien te motive o te convenza, para que centres tu atención, coloques intenciones en tu vida, y te conviertas en la clase de persona que hace la diferencia.

Un doctor no te puede realizar una cirugía accidentalmente. Un primer violinista no practica solo cuando está de buen ánimo. Un piloto no se esfuerza por volar con seguridad solo cuando su supervisor lo está mirando.

Es posible que tú cambies tu punto de vista, tu enfoque y tus expectativas, y que elijas tomar tu turno, para aparecer activamente de manera constante y aportando valor cada día.

Hablamos de que tomes tu turno, y no de que esperes a que alguien te llame o te lo dé.

La persona que más falla, gana…
El famoso escritor Stephen King da a menudo conferencias de sus libros. En una oportunidad, después de terminar de hablar, dijo: "¿alguna pregunta?” Inevitablemente, alguien levantó su mano –lo parafraseo aquí– y le dijo: "Señor King, usted es uno de los autores más queridos, famoso y que tiene los libros más vendidos de la historia. ¿Qué tipo de lápiz utiliza para escribir sus libros?" Es casi como afirmar que si el que pregunta supiera qué tipo lápiz utiliza Stephen King, podría ser más como Stephen King.

Las personas a menudo buscan a los inventores y creativos y preguntan: ¿de dónde sacan todas esas buenas ideas? No notan que eso es lo que hacen las personas que "crean". Dejan que las ideas fluyan. Se sientan, hacen su trabajo, y las ideas vienen.

Malas ideas, buenas ideas… no te toca juzgarlas hasta después. En este momento tu trabajo es solo producir ideas. Luego podrás corregirlas, podrás seleccionarlas, podrás censurarlas. Pero ahora, ten malas ideas. Montones y montones de malas ideas.

La segunda mitad de la regla es: una vez que tengas lo mejor que puedes dar, tienes que lanzarlo. Tienes que interactuar con el mercado, participar, conectar y ver que pasa.

La regla es simple: la persona que más falla, gana. Si yo fallo más que tú, yo gano. Porque la única manera de seguir fallando, es que seas suficientemente bueno para seguir jugando. Por lo tanto, si fallas cataclísmicamente y nunca juegas otra vez, solo habrás fallado una vez. Pero si estas constantemente entregándote, mostrando tu trabajo al mundo, creando e iniciando cosas, aprenderás un sinfín de cosas. Aprenderás a ver las cosas con precisión. Aprenderás la diferencia entre una buena y una mala idea, y sobre todo seguirás creando.

No hay tal cosa como el bloqueo del escritor
Algunas personas necesitan estar motivadas. O por lo menos, eso es lo que piensan. Necesitan que los astros estén alineados y tener el estado de animo adecuado para poder hacer un trabajo creativo.

De hecho, algunas personas se repiten esto así mismas, pero solo es una forma de esconderse.

La motivación, decía Zig Ziglar, se parece mucho a la ducha. Es útil, pero no dura. por lo que se necesita repetirla muy a menudo.

Si encuentras que los libros de motivación, o las conversaciones con algunas personas te ayudan a ponerte en marcha, pon todos los medios y utiliza esas herramientas; han funcionado para mi y podrían funcionar para ti. Pero no son necesarias.

Hay dos cosas que son necesarias:

A. Ver el cambio cultural y económico y lograr darte cuenta, de que de hecho, es tu turno.

B. Desarrollar un hábito. El hábito de hacer las cosas de forma constante. De escribir cuando es el momento de escribir; de levantar la mano cuando pregunten; de lanzarse cada vez. Un hábito que es parte de lo que significa hacer el trabajo. La postura de moverse con la oportunidad, de conectar, crear, y escogerte a ti mismo: éste es el trabajo. El grado de motivación que tienes hoy, no tiene nada que ver con la oportunidad y la obligación que se te presenta.

Tener el estado de ánimo adecuado para hacer un trabajo creativo
Esto es lo que no funciona: Tener buen estado de ánimo. Tener el soporte adecuado. Encontrar personas que te reten, que te empujen, que te reconozcan, para que explores nuevas maneras de que tomes tu turno.

La mitología del brillante, donde el innovador está dotado de magia, es un mito.

No se trata de estar parado en la luz adecuada, o de estar en el momento adecuado para dejar que la oportunidad llegue. No se trata de descubrir como estar lo suficientemente cómodo para empezar a trabajar. La realidad es que solo seremos capaces de crear trabajos que importen cuando estemos dispuestos a estar incomodos mientras lo hacemos.

Si no nos atrevemos a intentarlo, es nuestra culpa:
El problema con la capacidad de tomar tu turno es simple: hace que las cosas sean tu culpa. No solo las cosas que haces, sino también las cosas que dejas de hacer.

Los políticos aprendieron hace mucho tiempo que la mejor manera de ser elegidos es hacer que toda la culpa sea de otra persona. Culpar a otras personas, o la cultura, o el gobierno. Cualquiera es culpable, menos yo.

Y sin embargo, esta nueva economía que se nos presenta sin invitación nos sigue recordando algo que nos asusta: si quieres cantar, canta.

No hay duda que los impedimentos culturales y sociales dan a algunas personas una gran ventaja. Dónde creció, quiénes fueron sus padres, cómo te juzga la gente… todas estas cosas son reales, no te las has imaginado.

Pero eso no cambia la cantidad de cosas que han cambiado. Lo que ha cambiado es que hoy, más que nunca, más personas tienen un dispositivo con el que están siempre conectadas; que tienen acceso a información, cursos, y oportunidades que no se hubieran imaginado hace solo 20 años. ¡20 años!

Es algo demasiado extraordinario como para que lo desperdiciemos. Y, la mayoría de veces, lo estamos desperdiciando. Lo desperdiciamos esperando una garantía.

"El destino está en nuestras propias manos. Si no tenemos éxito (*), es nuestra propia culpa"– , Elon Musk

Tienes la oportunidad de cambiar las cosas
Como señaló Michael Shrage, eso es lo que las grandes organizaciones hacen. Los artistas y los seres humanos también. Hacemos el cambio.

¿Qué te importa tanto como para corregirlo, ser disruptivo, o inventar?

Empieza aquí, ahora mismo. Si estás dispuesto a pasar un mal rato por las cosas que realmente importan, seremos capaces de realizar el cambio. O por lo menos podemos intentarlo.

No apartes la vista. Mira la oportunidad. Tómala.
Es tuya.

(*) Cuidado acerca de cómo defines el éxito! Debe ser tu definición de una cosa vale la pena hacerlo, no de otra persona

Dos principios para desarrollar la confianza

La confianza es una de las formas más poderosas de motivación e inspiración. Las personas quieren que confiemos en ellas, responden a la confianza,  crecen en la confianza. La confianza se puede establecer, extender y restaurar; pero hay que saber usarla, no como una técnica de manipulación, sino como una forma más efectiva para relacionarnos y trabajar con los demás. Como una de las formas más eficaces de conseguir resultados. 

Stephen M. R. Covey, en su libro "The Speed of Trust" (La Velocidad de la Confianza), nos dice que primero tenemos que entender cómo funciona la confianza: La confianza es una función de dos cosas: carácter y competencias. Carácter incluye integridad, motivo, e intención con la gente. Competencias incluye capacidades, habilidades, resultados, e historial. Y ambas son vitales.

La clave está en entender y aprender a navegar en lo que él ha llamado los "5 niveles de confianza", donde define los contextos en los que ésta se establece.

El primer nivel, confianza en uno mismo refleja la fortaleza del enfoque de "adentro hacia afuera".  Nos dice que para construir la confianza con los demás, primero debemos comenzar en uno mismo.  Es en este primer nivel donde aprendemos el principio fundamental que nos permite establecer y mantener la confianza en todos los niveles.  

El primer nivel tiene que ver con la credibilidad. Es acerca de cómo construyes tu integridad, tu intención, tus capacidades y tus resultados, que finalmente son los que hacen que uno tenga confianza en uno mismo y sea creíble a los demás. Esto se reduce a dos preguntas sencillas: 1) ¿Confío en mí mismo? y 2) ¿Soy alguien en que los otros pueden confiar?

¿Te has preguntado si tratas a las otras personas con el mismo nivel de compromiso e integridad que muestras hacia ti mismo? ¿Qué estas haciendo para construir tu integridad personal?

Las investigaciones muestran que muchos de nosotros no seguimos los objetivos que nos proponemos o no cumplimos las promesas y compromisos que nos hacemos a nosotros mismos. Por ejemplo, aunque casi la mitad de los estadounidenses establece compromisos de Año Nuevo, las encuestas muestran que sólo un 8% logra mantenerlos. ¿Qué sucede cuando hacemos esto una y otra vez? ¿Cuál es el resultado del incumplimiento reiterado de hacer compromisos y no poder mantenerlos con nosotros mismos? Se mina nuestra credibilidad. No sólo perdemos la confianza en nuestra capacidad para hacer y mantener nuestros compromisos, sino que también se disminuye nuestra capacidad para proyectar nuestra fortaleza y el carácter que inspira confianza.

Peter J. Daniels, en su libro “Cómo estar motivado todo el tiempo" nos dice: 

Cuando haces un compromiso contigo mismo estás decidiendo por un cambio de actitud. En efecto, anuncias a todo tu ser que vas a hacer algo que requiere total atención y ayuda. Pero si no cumples el compromiso, estás evitando que tus facultades, conscientes y subconscientes, completen la tarea, dejándolas inservibles.

¿Qué sucederá entonces la próxima vez que estés entusiasmado con la posibilidad de un proyecto y hagas un compromiso? Tus respuestas subconscientes serán un poco más lentas y menos entusiastas que antes. Es como si éstas recordaran los compromisos rotos anteriormente, y consideraran que el nuevo proyecto no se va a cumplir, y decidieran que no es necesario que el esfuerzo sea total.

Si rompes continuamente tus compromisos, es casi como atarte totalmente a ti mismo antes de intentar completar algo, porque no hay historial de éxito en tu subconsciente.

Covey nos presenta cuatro principios o elementos fundamentales de la credibilidad. Elementos que hacen que una persona pueda ser confiable con uno mismo y con los demás. Estos elementos pueden ayudar o destruir la credibilidad de una persona.  Los dos primeros núcleos tratan del carácter. Los otros dos sobre las competencias; y los cuatros son necesarios para la confianza en uno mismo.  Estos principios son: La integridad, las intenciones, las capacidades, y los resultados. Aquí me voy a centrar en los dos primeros.

Integridad

La definición de integridad incluye el ser honesto (decir la verdad y dejar una buena impresión donde las personas confían en lo que uno dice).

"En un proceso de selección busco tres cualidades en las personas. Primero, la integridad personal, segundo la inteligencia y tercero un alto nivel de energía. Pero si no tiene el primero, los otros dos podrían matarlo". – Warren Buffett, CEO de Berkshire Hathaway

Pero adicionalmente Covey incluye otras tres cualidades vitales:

Congruencia: "integridad" viene de la misma raíz latina que las palabras "integrados" y "enteros". Una persona posee integridad cuando no hay brecha entre la intención y el comportamiento... cuando él o ella es todo, sin fisuras, el mismo por dentro y por fuera.

"Mi vida es un todo indivisible, y mis acciones están conectadas una con otra.... Mi vida es mi mensaje."– Mahatma Gandhi

Humildad: Integridad también incluye "humildad".  ¿cómo se manifiesta la humildad en el liderazgo y en la vida? Una persona humilde está más preocupado por lo que es correcto, que por tener la razón; en ejecutar las buenas ideas, que en tenerlas; en abrazar la verdad que en defender una posición obsoleta; en construir un equipo en lugar de buscar su propia gloria; en reconocer la contribución que en ser reconocido por hacerlo.
Ser humilde no significa ser débil, reticente, o modesto. Significa mantenerse firme por los principios, incluso cara a la oposición. Pueden manejar negociaciones muy duras. Pueden expresarse con firmeza y claridad en situaciones intensas. Pero no se quedan atrapados en la arrogancia, la valentía, la manipulación, o en los juegos de ganar-perder poder. Lo contrario a la humildad es la arrogancia y el orgullo. Este último pone el ego por encima de los principios y de los demás.

Coraje: Integridad también incluye el coraje para hacer las cosas correctas, aunque sea difícil.

Intenciones

¿Cuál es tu agenda? En el diccionario intención es definido como "plan" o "propósito". Pero estoy convencido de que ninguna discusión sobre "Intención" estaría completa sino de habla de tres cosas: motivos, agenda y comportamiento.

Motivos: Son las razones por las que hacemos las cosas.  Es el "por qué" que nos motiva al "qué".  El motivo que genera la mayor confianza es la preocupación auténtica –preocupación por las personas, preocupación por los propósitos, preocupación por la calidad con la que haces las cosas.  Piensa en esto: ¿podrías confiar en alguien que sabes que no le importas... o que no le importa tu trabajo... o no le importan tus principios, o valores o cualquier otra cosa?.

Agenda: La agenda surgen de los motivos. Es lo que intentas hacer o promover por los motivos que tengas. La agenda que generalmente inspira confianza, es cuando los beneficios son mutuos. Cuando genuinamente se busca lo mejor para todos los involucrados. 

Comportamiento: Típicamente es la manifestación de los motivos y de la agenda. El comportamiento que mejor genera credibilidad e inspira confianza es cuando se actúa buscando el interés de los demás.

La confianza se establece y fortalece con acciones, con el comportamiento que mostramos de manera consistente. Las personas no escuchan lo que dices, observan tus acciones.