Hace algunos días tuve la grata oportunidad de participar en un Workshop de “Allies to Advocate for Diversity & Inclusion” (De Aliados a Defensores de la Diversidad e Inclusión) con un equipo increíble de personas que expresaron su real interés en ser parte del cambio, personas que quieren crear valor, y que creen que las cosas pueden ser diferentes.
Muchas reflexiones surgieron de esa sesión. Por ejemplo, cómo nuestro cerebro está programado para no prestar atención a otros. O que nuestro instinto de supervivencia no está preparado para lidiar con lo que para nosotros es “diferente”. Salieron otras reflexiones como la importancia de escuchar con interés genuino. Además, tener la apertura para tratar de entender que los desafíos de las minorías pueden ser muy diferentes, y que lamentablemente no tiene una voz que los represente; y, la relevancia del autoconocimiento, para tratar de reconocer que como humanos puede que no estemos viendo que hay un problema.
Uno de los objetivos del workshop fue iniciar un espacio de reflexión, pero también llamar a acción. Aunque es un buen comienzo, necesitamos más que empatía si queremos ver un cambio. Se necesita más que buena voluntad para que las cosas sucedan. Necesitamos tomar decisiones y accionar.
Consideremos algunas posibilidades. ¿Qué pasaría si nos detuvieramos a pensar y eligiéramos comportarnos de manera diferente, menos indiferentes el uno con el otro? ¿Si no juzgáramos, si reconociéramos que tenemos estereotipos sobre qué es lo correcto e incluso sobre cómo deberían comportarse las personas?
¿Qué pasaría si eligiéramos comportarnos más allá de lo que nos dice nuestro instinto natural sobre lo que nos gusta y lo que no nos gusta? ¿Si nos acercamos a esa persona, y mostramos verdadero interés y le preguntamos sobre su gran idea? ¿Qué pasaría si realmente nos interesamos lo suficiente como para conectar y entender a la otra persona? Porque desde el entendimiento de la conexión es cuando realmente podemos agregar valor.
Si no estamos haciendo algo diferente, es posible que nos estemos perdiendo de algo que podría cambiar nuestra vidas. Nuestras elecciones y acciones –o nuestra inacción– nos definen como la persona que somos.
Creo que todos tenemos la capacidad de cambiar para mejor. Todos tenemos la capacidad de hacerlo mejor. Las elecciones que estamos tomando, el esfuerzo y los riesgos son el comienzo del viaje.
Ahora más que nunca necesitamos líderes que actúen a la altura de las circunstancias. Lideres qué conecten, que estén dispuestos a complicarse, a hacer el esfuerzo de ir más allá para ayudar a otros. Ahora más que nunca no necesitas un título para liderar, para tomar acción. Liderar es una decisión.