El día inició temprano, estoy fuera de casa y ahí estoy parada en la estación de tren. El andén es un hervidero de gente y el altavoz chisporrotea destinos. Todos miran el tablero como si ahí estuviera su nombre. Yo miro mis manos: billete invisible, temblor conocido. Y me hago la misma pregunta que guiará mi día: ¿quién estoy eligiendo ser hoy?
Nos entrenaron a responder con títulos y logros, confundiendo el rol con la persona. Aristóteles ya lo sabía: "Somos lo que hacemos repetidamente". Sócrates nos recordaba que elegir bien exige conocerse primero. Y la evidencia moderna confirma esta sabiduría ancestral: las identidades no se anuncian, se entrenan a fuerza de pequeñas decisiones sostenidas.
Frecuentemente escuchamos la pregunta: "¿qué quieres ser?" Pero deberíamos preguntarnos "¿qué decido y practico ser hoy?". Si practico decir la verdad con respeto, termino siendo confiable. Si practico generosidad, la generosidad me rehace por dentro. El rol se adapta al carácter, no al revés.
El trabajo cambia, pero lo que entrenas cada día termina entrenándote a ti. Generosidad, integridad, humildad y sabiduría no aparecen en ningún currículum, pero construyen el único legado que realmente importa: el impacto invisible que dejamos en cada persona que tocamos.
"Quiénes somos no se responde con títulos o roles, sino con el carácter que fortalecemos cada día."
Reflexiona: Hoy, antes de dormir, pregúntate no qué hiciste, sino cómo decidiste ser. Esa respuesta es tu verdadero currículum.