Cuando hacemos compromisos con otros, hacemos hasta lo imposible por cumplirlos. Pero no solemos ser igual de rigurosos con los compromisos que hacemos con nosotros mismos.
Vivir con intencionalidad es uno de los temas más importantes de mi vida. He hecho el compromiso personal de vivir conscientemente, dándole un significado a tantas áreas de mi vida como pueda. Darle intención a cómo paso mi tiempo con mi familia, a cómo educo a mis hijos, a mi trabajo, a mi tiempo para crear, aprender, mi alimentación, y mucho más. No quiero ignorar lo importante por lo urgente.
Pero no es fácil. Hay días en los que sientes que el día terminó y no lograste cerrar lo que te propusiste. Hay días que aunque la mañana recién empieza, ésta inicia con una lista larga de pendientes—y la lista no termina de crecer. En el trabajo se ha puesto casi de moda que todo es urgente, y cualquier nuevo requerimiento empieza con la frase "lo necesitaba para ayer". Tú y yo hemos crecido en una cultura que exige resultados inmediatos, y hemos adquirido una sed de gratificaciones instantáneas. Solemos sobrestimar lo que queremos alcanzar en corto plazo, y dejamos de lado o subestimamos lo que podemos lograr con pequeños pasos, cortos pero constantes.
No vivamos sacrificando las cosas más importantes de nuestra vida. Los estoicos solían usar la frase "Memento Mori" para recordar que todos vamos a morir. El tener conciencia de que la vida es efímera, y que nadie puede asegurarnos cuantos días más vamos a vivir, nos ayuda a poner las cosas en perspectiva y darle a los temas su verdadera magnitud. Son esos momentos de claridad, rutina, y constancia los que nos ayudan a poner foco e intencionalidad a cómo queremos vivir nuestra vida.
En un mundo cada vez más acelerado, las tareas urgentes siempre nos van a encontrar. Si dejamos que nuestra vida sea dominado por lo urgente, nunca podremos hacer espacio a lo esencial.