Marco Aurelio decía que no desperdiciáramos el tiempo preocupándonos por lo que dicen otras personas, a menos que afectase el bien común, porque nos iba impedir hacer algo útil.
Si te defines por lo que otros piensan, te será muy difícil desarrollar todo tu potencial y ser autentico. Eres valioso porque, como persona, eres único e irrepetible. Porque tu capacidad y tu corazón son tuyos, y lo puedes poner al servicio de los demás.
Tu vida ocupa un lugar que solo lo puedes ocupar tú.
Pero, cómo ser auténtico si muchas veces no nos damos el tiempo de conocernos. ¿Cómo integramos la cabeza y el corazón para ser nuestra mejor versión? Es la relación con uno mismo, y la relación con los demás la que nos permite poder ser nuestra mejor versión. Integrar la cabeza y el corazón nos permite tomar mejores decisiones para liderar nuestra vida de un modo positivo.
Cuando eres capaz de conocerte bien, cuanto más preciso es tu autoconocimiento, te será más fácil descubrir hacia dónde vas, cuál es tu propósito. Para conocernos bien necesitamos conocer bien nuestros orígenes: quién soy yo; cuáles son mis raíces, mis valores; conocer mis aptitudes o capacidades; y, cuáles son los motivos por los que actúo y mi actitudes.
No necesitas ser perfecto. Pero cuánta diferencia hace aquella persona que reconoce sus imperfecciones y tiene el coraje y la determinación de querer ser mejor. De seguir aprendiendo, de reconocer lo que no sabe, y desarrollar su carácter para ser su mejor versión.
Es a través de nuestras imperfecciones que podemos aprender, crecer y definir quién queremos ser. Tu convicción de hacer el bien es la que te compromete a no buscar conveniencia.
Es tú determinación y constancia para fortalecer tu carácter, el ser generoso, preocuparte por los demás y ser valiente lo que te definirá como persona.